julio 30, 2019

Parte del alma.

Cuando fui pequeña escribí mucho en diarios íntimos,
escribía siempre,
a la noche me acostaba en la cama y dejaba salir todo lo que me pasaba.

Recuerdo, un tiempo atrás, haber leído:
" hoy jugué con papá a la pelota"
" yo quiero mucho a mi hermano"
Así me abría camino en esto de " escribir" como acto de valentía.

Amé leerme con tanta inocencia, con tanta alegría, y con tanto drama.
Amé cada letra que salió de mi,
Algunos de mís problemas existenciales era si me sentaba cerca de mis amigas en el colegio,  o si el chico que me gustaba al menos ese día me miraba.

Fui creciendo y comencé a escribir en agendas donde lo que se escribía era más escueto, sin tanta profundidad, y menos inocencia,
tal vez un poco mas oscuro.
Pero vamos! Qué todos sabemos que la adolescencia no era el momento para ser profundo, pues básicamente era supervivencia pura.
Y si, sobreviví a eso también.
Fue la etapa en donde mas cartas escribí y casi nunca envié.
Tenía tanto para decir.

Pasé por máquinas de escribir,
hojas,
hojitas,
pedazos de hojas,
papeles de carta,
blogs,
word hasta hoy,
internet.

Escribí toda mí vida, mí vida entera fue escrita por mi.
Las letras y las palabras pudieron más.
No, no dije todo, eso nunca sucede, ni hablé con todos.
Pero siempre ahí estuve, llena de cosas por decir.

Aprendí así, a hablarme a mí misma,
a releerme si me siento pérdida,
pero siempre encontrándome en cada palabra.

Cada letra es un pedazo de mí, es lo que me hace bien.
Es lo que me sana y lo que me salva,
es lo que me refugia, y lo que me acobija,
es lo que me nutre,
me destruye y me reconstruye, me junta y me arma.

Eso... Escribir.
Las palabras son parte de mí,
y yo en el viento a veces voy con ellas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario